Los discos y las patillas de freno están sometidos a constante desgaste, por lo que es muy importante revisarlos periódicamente y sustituirlos cuando su estado lo indique. Estos dos elementos tan importantes sufren un acusado desgaste ya que cuando frenamos hay fricción entre ambos. Una buena conducción, segura y con capacidad de reacción, se basa en el óptimo funcionamiento de los frenos de nuestro automóvil. Este dispositivo tiene dos elementos principales: los discos y las pastillas, cuyo desgaste deriva de la fricción a la que se ven sometidos. El disco es un elemento fijado al neumático que al accionarse el pedal el líquido se transmite a la pinza a través del cilindro maestro, se sujetan las pastillas contra el disco y permite reducción de la rotación del neumático, lo que se traduce en el frenado del vehículo.
No se puede establecer un tiempo de vida común ya que depende de su uso y la intensidad de frenado, pero es recomendable la comprobación de las pastillas y discos de freno cada 30.000 km, si no hay signos de fallo en la frenada u otros síntomas. Los cambios dependen mucho del tipo de uso que le des al vehículo -ciudad, carretera, autopista…, así como de tu agresividad al volante. Las pastillas delanteras deben cambiarse cada 60.000 km y las traseras cada 120.000 km.. Por lo general, lo correcto es cambiar los discos por cada dos cambios de pastillas. En el caso de los delanteros, esto es cada 120.000 km. Su chequeo constante y a fondo hará posible que no nos gastan una mala pasada en carretera. Sin embargo, los vehículos han avanzado mucho en su tecnología y su diseño electrónico nos permite un chequeo de su estado que enciende un testigo en el tablero para avisarnos de que es necesario su cambio.
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