Los neumáticos son un elemento cuyo buen funcionamiento y estado son imprescindibles para evitar accidentes. Se trata de la parte del coche que está en contacto con el asfalto, por lo que de ellos va a depender nuestra estabilidad, y ésta a su vez del cuidado que pongamos en reemplazarlos cuando su vida útil haya prescrito. Se habla de manera general que deben ser cambiados casa 5 años, pero la medida de tiempo poco tiene que ver en su rendimiento. Serán los kilómetros rodados los que determinen la necesidad de su cambio, y la manera en que se haya realizado esa circulación. No es lo mismo que se hayan recorrido 30.000 kilómetros por ciudad que en carretera, el desgaste de la rueda será totalmente distinto. Igualmente no todos los neumáticos son iguales, y por tanto su durabilidad va a depender de su calidad. El fabricante de cada marca suele dar un número aproximado de kilómetros que debemos tener en cuenta a la hora de ir pensando en el cambio.
Hay un chivato claro de que un neumático necesita ser cambiado. Es la rodadura y su desgaste. Los surcos de la rueda deben tener una profundidad suficiente para garantizar el agarre. Por ello es fundamental vigilar la profundidad de ese dibujo. Además hay que estar pendiente de otros fenómenos que pueden afectar a la rueda como la cristalización. Para que sepáis en qué consiste, pensad en que en un coche de tracción delantera, las ruedas de atrás tendrán un desgaste inferior ya que la fuerza motriz se ejerce sobre las delanteras. Si hemos realizado los ya señalados 30.000 kms puede ocurrir que sean las delanteras las que se han desgastado y las traseras estén casi nuevas. De ahí esos habituales cambios de posición de ruedas cuando solo se renuevan dos de ellas, o la permanencia durante más tiempo de las ruedas traseras, que pueden llegar a doblar el tiempo de vida de las de delante.
Pero esa más larga vida del neumático de la rueda trasera puede conllevar esa “cristalización” que consiste en la pérdida de sus propiedades, sobre todo la elasticidad. La cristalización llega en el momento en el que la goma del neumático se endurece, no se desgasta, pero tampoco se agarra, por lo que estamos en peligro ya que carece de seguridad. Si somos capaces de hundir la uña en el neumático podemos estar tranquilos ya que su elasticidad permanece intacta.
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